martes, 4 de septiembre de 2007

El pequeño paraíso



De enlace en enlace y tiro porque me toca he llegado a este texto de Valéry Larbaud, literato francés, políglota, dandi y caminante impenitente que recaló a principios del siglo XX por San Vicente del Raspeig, nuestra patria chica y uno de los enclaves más contaminados del País Valenciano. Lean y nostalgien (o rabien), porque la Serreta que mencionan estas líneas desapareció en el horno de clínker de la cementera. Enterita.

"San Vicente me gusta cada día más. La primavera en la Huerta es algo diferente de la primavera junto al mar. Hemos tenido al menos dos o tres tardes cubiertas y ha llovido dos ve­ces. Ondas de fina lluvia, una especie de «Llovizna escocesa». Son tardes casi inglesas, con los aromas y las blandas brisas de los Downs. Hay incluso nubes muy bajas en las montañas. Pero la Sierra, incluso rodeada de esas largas y blandas nubes, no se parecía a ninguna otra, era realmente muy española. No tenía nada de común con Suiza ni con el País de Gales, y ofrecía una especie de sombría grandeza.
Hemos tenido también mañanas calurosas. Una de ellas llegué hasta la primera fila de las colinas que se encuentran viniendo de la costa, y que aquí se llaman la pequeña Sierra (la Serreta). Es una cadena que forma, en efecto, una sierra en miniatura, y se asemeja, cuando uno se acerca, me senté para fumar. Había un fuerte aroma a tomillo mezclado con el de otras muchas plantas. Era el día de la Ascensión, en que las muchachas van al campo, para coger plantas medicinales, y donde se dice que las hojas de los olivos se entrecruzan todas al mismo tiempo, a la misma hora.
Yo también fui al campo, bordeando las acequias y descubriendo muchas plantas desco­nocidas para mi. El sistema de irrigación, con las acequias de piedra y las grandes balsas (aljibes), da a esta zona un aspecto de alta civilización. Incluso parece mucho mas cuidadosamente cultivada que la mayoría de las regiones inglesas. Se ven, sin embargo, muchos espacios sin cultivar y las cercas son, afortu­nadamente, desconocidas."


Valery Larbaud, Diario de un Alicantino (1927 -1920)

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