viernes, 2 de diciembre de 2011

Cementera de Alicante: quemando más basura

Estimad@s alicantin@s y sanvicenter@s, despertemos:

La Dirección General para el Cambio Climático otorgó el pasado 22 de febrero a la empresa Cemex España, S.A., la autorización ambiental integrada (AAI) para sustituir el combustible tradicional en la fábrica de cemento de Alicante por la incineración de 140.000 toneladas anuales de Combustible Derivado de Residuos y 10 toneladas de ceras y grasas, consideradas estas últimas residuos peligrosos. A esa cantidad ahora autorizada hay que sumar las 40.000 toneladas de harinas cárnicas, 25.000 toneladas de neumáticos fuera de uso, 42.309 toneladas de lodos secos de depuradora, que ya fueron autorizadas anteriormente, que suponen en total hasta el 80% de sustitución energética en el horno del combustible utilizado tradicionalmente (coque de petróleo).

Ecologistes en acció considera que esta autorización contraviene en diversos aspectos la normativa vigente y han interpuesto el correspondiente Recurso de Alzada que ya tenían preparado, por entender que la misma no se ajusta a derecho, provocando indefensión.

Entre los diversos argumentos en contra, consideran que se produce un incumplimiento del Real Decreto 653/2003, sobre incineración de residuos, en cuanto a las cantidades de residuos que se autorizan, a la capacidad total de incineración o co-incineración de residuos de la instalación y en cuanto al contenido máximo de diversas sustancias contaminantes de los residuos peligrosos a incinerar.

También se incumpliría este mismo Real Decreto, en relación al punto de medida de la temperatura de los gases de combustión, al límite mínimo de temperatura del horno, ya que se “valorizarán” residuos peligrosos y en cuanto a las condiciones de las mediciones de los contaminantes presentes en los gases de combustión.

Por otra parte, esta autorización resultaría contradictoria con las determinaciones del Plan Integral de Residuos (PIR) de la Comunidad Valenciana de 1997, ya que ese Plan no contemplaba la incineración o co-incineración de ninguna fracción de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU). Tampoco el Plan Zonal de la zona XVI contempla la co-incineración de fracción alguna de los RSU, por lo que debería incluir condicionantes a la co-incineración, para asegurar el cumplimiento de la jerarquía en el tratamiento de los residuos establecidas en la normativa vigente.

Plantean además, que esta autorización incumple la Ley, ya que no presentaría la preceptiva declaración de impacto ambiental, ni la resolución complementaria de la Dirección General de Gestión del Medio Natural. La autorización ambiental aprobada debería imponer condiciones adicionales para asegurar que el combustible derivado de residuos o las fracciones de rechazo de las plantas de tratamiento de residuos son efectivamente combustibles y no se está llevando a cabo una incineración sin recuperación de energía.

Además, la autorización no contendría los procedimientos y métodos que se tendrían que emplear para la gestión de los residuos o los procedimientos y métodos a emplear para la gestión de algunos residuos generados por la instalación.

Finalmente, también habría irregularidades en los límites de las emisiones de dióxido de azufre y carbono orgánico total impuestos en la Autorización Ambiental Integrada, que superan los establecidos en el RD 653/2003, ya que no aparecerían suficientemente justificadas las excepciones introducidas.

Fuente: Comunicado Ecologistes en acció, 1 de diciembre de 2011

martes, 15 de marzo de 2011

Fukushima, Chernóbil, Harrisburg


Que no decidamos estas cosas en caliente, dice Marcelino Iglesias. Bueno, pues decidamos en frío; en el año 2000, quince años después del desastre de Chernóbil, los valores de radiactividad presentes en las especies cinegéticas de la zona hacen que su carne sea auténtico veneno para quien la consuma (la carne de corzo presentaba valores de más de 7000 bequerelios de cesio-137, cuando el umbral de consumo parece estar entre 500 y 200 Bq). Según un informe realizado en 2006 de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (AIMPGN), entre 50.000 y 100.000 liquidadores han muerto como consecuencia del accidente de Chernóbil, y entre 540.000 y 900.000 habrían quedado inválidos; cerca de 10.000 niños en Europa pueden haber nacido con malformaciones derivadas de la precipitación nuclear (y estaríamos hablando sólo de las primeras generaciones de recién nacidos desde el accidente); sólo en Bielorrusia, 10.000 personas han padecido cáncer de tiroides desde la catástrofe y la OMS estima que sólo en la región de Gómel, 50.000 niños padecerán este tipo de cáncer a lo largo de su vida.

Decidamos en frío, pues.

sábado, 26 de febrero de 2011

Cocheteísmo y velocifilia


El cocheteísmo es aquella religión ampliamente difundida a lo largo y ancho del solar ibérico y que consiste en idolatrar a una máquina dotada de cuatro ruedas y autopropulsada por un motor de combustión altamente ineficiente. En aras de la adoración de esta máquina se emplean decenas de millones de euros de procedencia pública para sufragar a las industrias –y a los industriales- donde estos dioses metálico-plásticos son creados. Como esta deidad es insaciable, también se le ofrendan miles de vidas humanas al año, millones de almas animales y cientos de hectáreas de espacios abiertos quedan asfaltadas ad aeternam para su más cómoda circulación.

Por si esto fuera poco, los cocheteístas también han ofrecido al Dioscoche el clima del planeta entero, recalentado por la respiración áspera de la máquina autopropulsada.

Aunque los cocheteístas son minoría en el planeta (sólo 1 de cada 10 habitantes de la Tierra cuenta con un coche propio), cuando alguien –sea ecologista, político oportunista o persona razonable- OSA sugerir limitar la actuación del coche, los creyentes cocheteístas se lanzan a un ataque furibundo contra los/as osados/as, previendo terribles consecuencias si las medidas limitantes se llevasen a cabo.

La velocifilia es un aspecto del cocheteísmo que consiste en pensar que yendo más y más rápido dentro del Dioscoche se llega mejor y más guapamente a algún lugar donde se podría haber llegado a la misma hora saliendo unos minutos antes y yendo a menos velocidad. Los velocífilos consideran que ir a altas velocidades es un derecho inalienable que pasa por encima de los derechos, vida o calidad de vida de los no velocífilos.