miércoles, 6 de febrero de 2008

La primera víctima de las fallas de 2008


El arbolado viario es un tipo de vegetal leñoso que sufre en terible silencio torturas que los ayuntamientos de turno realizan sobre ellos con una ligereza que no llega a ocultar el sadismo. Emplazamientos imposibles, podas infamantes y descuajes a la primera de cambio son sólo algunas de las agresiones que les regalamos a nuestros compañeros de calle a cambio de comerse el dióxido de carbono, atenuar la contaminación acústica, filtrar el polvo, proporcionar sombra en verano, colaborar en aras de nuestra salud mental (es lo único visible que nos recuerda el paso de las estaciones, además del Corte Inglés), adornar con flores las calles en primavera y con crujiente hojarasca en otoño, servir de cobijo a mirlos, tórtolas y autillos, hacer rumor de mar cuando sopla el viento y esconder o limar las vistas feas que nos proporcionan a mansalva los adoradores del cemento.


A cambio de todo esto, como decíamos, no perdemos comba cuando se trata de maltratarlos. Y he aquí un ejemplo... A más de un mes de las Fallas de Valencia, los árboles del centro ya están soportando cables y cajas de enchufe de los casals que, sin remilgo alguno, utilizan estas castigadas Robinias como tristes palos de la luz.

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