lunes, 26 de febrero de 2007

Agua para todos… los campos de golf, las macrourbanizaciones y los parques ‎temáticos


Porxinos es una partida de la población valenciana de Riba-roja del Turia que cuenta con un agradable paisaje compuesto de cerros cubiertos de monte mediterráneo y campos de naranjos y otros frutales. Los cerros están calificados como Monte Público y los naranjales están a la espera de convertirse en suelo urbanizable (que parece ser el destino natural de buena parte de los naranjales, olivares y campos de almendros del litoral valenciano).

En esta zona de la comarca del Camp de Túria, la empresa Valencia Club de Fútbol pretende construir una ciudad deportiva y 2.800 viviendas, con el noble objetivo del lucro y el enriquecimiento personal de los promotores.

El principal impedimento con el que se ha encontrado la empresa promotora (además de la oposición vecinal vehiculada en la plataforma “Salvem Porxinos”) es una orden del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) que obliga a paralizar cautelarmente el denominado Programa de Actuación Integrada de la unidad de ejecución única del sector Mas de Porxinos del Plan General de Ordenación Urbana de Riba-roja de Túria. El principal argumento del TSJ es que el plan carece del preceptivo informe sobre abastecimiento de agua de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), aunque esta institución sí ha aprobado el encauzamiento del barranco que da nombre a esta partida. Es decir, que el TSJ no ha encontrado por ningún lado el agua que dará de beber, llenará las piscinas y regará los jardines de las 2.800 viviendas proyectadas.

Sin embargo, y aunque suene a risa, el empresariado valenciano de la construcción, que tanto contribuyó a la defensa desaforada del trasvase del Ebro porque esta Comunitat “se muere de sed”, se saca el agua de la manga cuando le conviene.

Así, tras la sentencia del TSJ, apareció un milagroso “pozo mágico” que el Ayuntamiento de Riba-roja ha declarado venir reservando precisamente para proyectos como el promovido por el club de fútbol. Resulta que este pozo de agua cristalina es capaz de proporcionar 6.000 litros de agua por segundo (otras fuentes dicen que son 6.000 litros por minuto).

Sin embargo, según el diario Levante del 7 de febrero “el Ayuntamiento de Riba-roja sabía a finales de 2004 que no disponía de agua potable suficiente para abastecer los polígonos industriales y nuevos desarrollos urbanísticos a los que justo entonces se sumó una nueva demanda en Porxinos. Pidió ayuda urgente al Ayuntamiento de Valencia y su comisión de Gobierno se lo negó porque no tenía capacidad suficiente en sus instalaciones de la Presa de Manises”.

Ustedes nos perdonarán, pero en La Cementera no entendemos nada. Bueno, sí lo entendemos, pero nos hacemos los locos, por aquello de nuestro irrefrenable optimismo.

También hicimos como que no entendíamos nada cuando estalló el caso del campo de golf ilegal de Algorfa (aunque la web del Ayuntamiento de este municipio se abre con una foto inmensa del citado campo), en la Vega Baja, o cuando apareció un proyecto similar en San Vicente del Raspeig (L’ Alacantí), municipios pertenecientes a comarcas cuyos agricultores fueron utilizados como ariete humano contra aquellos que se oponían al trasvase.

Pero… ¿hay agua o no hay agua? Y si hay agua ¿por qué parece existir esa facilidad para desviarla a los constructores y no a los agricultores? Y si el agua no es para los agricultores ¿por qué acudían en masa a las manifestaciones pro trasvase convocadas por los especuladores y sus partidos afines?

Quizás el humo de la cementera nos ciega y nos hace decir insensateces.

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